martes, 21 de abril de 2015

CURSO - TALLER: VARONES QUE CONSUMEN MUJERES.



Docente: Lic. Psic. Darío Ibarra Casals (Uruguay).

Período de cursada: De Noviembre a Diciembre de 2013.

Objetivo General:
  • Problematizar el consumo del cuerpo femenino como objeto de intercambio, poniendo énfasis en la deconstrucción de la subjetividad masculina.
  • Enfoque teórico: Estudios de Varones y Masculinidades, Psicoanálisis con perspectiva de Estudios de Género y Sociología del Género.

PROGRAMA:

Semana 1. 
Introducción general sobre masculinidades y sexualidad masculina respecto al cuerpo femenino. Conceptos básicos sobre género, identidad de género y rol de género. La sexualidad masculina como una construcción social-cultural y política. Construcción de la masculinidad hegemónica a través de la “compra masculina de sexo femenino”. Perspectiva de Estudios de Género y Estudios de Varones y Masculinidades.

Semana 2. 
El “Sexo” como objeto de consumo: Imagen de la mujer en la publicidad de consumo sexual para varones. Construcción del deseo sexual de la mujer en función del desarrollo de la sexualidad masculina. El cuerpo de la niña y la adolescente como objeto de deseo sexual para la masculinidad hegemónica: ¿varones pedófilos como estatuto natural?.

Semana 3. 
La mujer como objeto de intercambio, una mirada desde las trabajadoras sexuales. Análisis de textos que tratan el tema de la prostitución y su espacio en el mercado actual. Construcción de lo masculino desde la mujer que ejerce comercio sexual. Análisis de fragmentos de entrevistas a trabajadoras sexuales en Santiago de Chile.

Semana 4. 
La doble moral masculina y su vínculo con las religiones tradicionales latinoamericanas. La fantasía en el objeto sexual. El consumo de mujeres como desarrollo de una sexualidad reprimida en la norma. Cómo en la prostitución el hombre ve el espacio de desarrollar una sexualidad que en otro espacio es imposible.

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TRABAJOS REALIZADOS POR LXS ESTUDIANTES:

Autoras/es: 
TEXTO 1) Mónica Pacheco (Uruguay)
TEXTO 2) Alejandra Morfín (Uruguay)
TEXTO 3) Macrina Ontiveros (México)
TEXTO 4) Hernán Manquepillan (Chile)
TEXTO 5) Katerine Pintos (Uruguay)
TEXTO 6) Sebastián Ibargoyen (Uruguay)  
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TEXTO 1 - Por: Mónica Pacheco (Uruguay). 
Licenciada en Psicología. 

Observatorio de Masculinidades y Género
Curso Virtual
"Varones que Consumen Mujeres"
Un enfoque de Estudios de Varones y Masculinidades

Trabajo Final
En el presente trabajo se pretende proponer un interrogante más acerca del alcance que el patriarcado y la concepción hegemónica del modelo machista de detentar el poder y de uso y abuso del mismo que presenta nuestra cultura occidental, a través de un medio masivo de difusión como es la television.
A partir de un programa que se da en el canal 4 de Uruguay, a las 21.30 hs llamado “Sres. Papis”, el mismo presenta 4 modelos protagónicos de “Sres Papis”, diversos que muestran 4 modalidades de paternidad por demás interesantes y reproductoras del mandato cultural de “ser papa” y por supuesto de “ser mama”.
Aquí me detendré en una escena de uno de los papis, al cual llaman “Chori”, este papi está casado con su novia de la adolescencia, tienen 3 hijos de diferentes edades, el tiene una pizzería y ella se dedica a la familia y las tareas de la casa, entre ellas llevar a sus hijos a todas sus actividades.
El es muy tacaño, usa tickets de descuento para todo y se vive quejando de lo caro de todo, ella se encuentra muy aburrida de esto y comienza a salir a correr con una amiga de la cual se enamora, ambas se enamoran.
El recorte que quiero presentar es en el cual ella le dice que no quiere esta mas con él, lo deja con los niños y todas las tareas que ella hacía, lo cual provoca un caos en la familia, llegadas tarde al colegio, al trabajo, etc, porque él no puede y no sabe nada de las rutinas, horarios, ropas, etc de sus hijos, ya que ella era quien se encargaba de todo eso. De igual forma el logra adaptarse y organizar de alguna manera estas rutinas.
Lo que no logra “Chori” es entender como ella no lo quiere ni lo desea mas, hay una escena en la que él quiere tener sexo y ella le dice que no, a lo que el enfadado, se baja los pantalones y le dice, “que no te gustan más mis bóxer” aludiendo a su físico y en otros momentos encantos para ella, lo que más me llamo la atención es la expresión de incredulidad de él, ante el rechazo de ella, ¿cómo no le guastaba mas , semejante hombre?.
Es a partir de esto que me surge plantear este trabajo, pensando en el modelo hegemónico según el cual el género y sus roles están determinados culturalmente.
Esta ampliación que propone el concepto de género, facilita la necesidad de crear una variable explicativa capaz de dar cuenta de las desigualdades existentes entre ambos sexos. “Si bien la noción de patriarcado mostraba la dominación, faltaba precisión respecto a los múltiples aspectos en que esta se desarrollaba. De allí, estos nuevos estudios pudieron científicamente contar con una categoría que mostrara esta desigualdad y cuestionara en detalle los vínculos existentes” (repartido de la 1 clase del curso)
“La principal característica de este tipo de dominación, consiste en que es una construcción social naturalizada.” Es con esta idea que en la escena el actor naturaliza su masculinidad deseante e imposible de rechazar ya que además se corresponde con el modelo estereotipado de belleza imperante, “El hombre tradicional debe ser heterosexual, trabajador, proveedor de familia, fuerte, protector, etc. Más aún, existen tipos ideales respecto al modo de ser varón que incluyen variables físicas y económicas, tales como ser blanco de cabello claro y con un nivel socio-económico elevado. De este modo, se puede obtener un perfil ‘socialmente deseable’ en todos sus niveles y así construir al hombre más aceptado en sociedad”. (idem) 
Esta biologización de las relaciones sociales como afirma el autor Pierre Bourdieu, hace de las inequidades de género algo que se conciba inherente a nuestro sexo”. (idem)
Como lo naturalizado no se cuestiona, es más parece no registrarse, ella intenta hacerle entender que algo no está igual, y el no puede registrar nada de lo que ella le dice, todo lo quiere arreglar con sexo, cenas de las cuales se queja del precio, pero no escucha lo que ella le dice, literalmente no la escucha, pero no porque no quiera, realmente no puede, pues está muy lejos del modelo que aprendió. El no entiende que a pesar de cumplir con lo que “M. Kauffman llama los tres aspectos clásicos constitutivos de masculinidad desarrollados: Protector, proveedor y reproductor”, ella lo rechaza
Aun cuando ella logra decirle que se enamoro de una mujer, el no la escucha, sigue en su dialogo sin poder registrar sus palabras, terminan en terapia para intentar que él la escuche algo (vale aclarar que la relación ya venía mal, como en tantas relaciones desgastadas, la variable homosexualidad de ella, lo hace un poco más complejo).
Esto permite pensar en la matriz que sostiene al sistema patriarcal y al trabajo arduo y sin pausa que debemos realizar todos los días, desde el hacer además del de decir.
“La dominación masculina es un escenario que no debe luchar por validarse3 ya que es una estructura encarnada en los cuerpos. Configura parte de un aprendizaje que se reproduce con las generaciones y que naturalizado se desplaza por el mundo. El varón no medita cada movimiento que realiza expectante a si actuó o no como hombre (ya que como se ha mencionado antes, es una construcción naturalizada), sin embargo sí cuestiona y pone énfasis en todo aquello que se salga de su estructura clásica y llegue a poner en duda su cualidad de macho”.(idem)
Con estas situaciones que se presentan en la comedia, podemos entender que caiga un esquema machista genera una especie de “agujero negro de la existencia” ya que cuestiona todo una forma de SER que les costó casi toda su existencia, como se plantea en el material el ser varón significa no ser, otras cosas como mujer, niño, u homosexual, formas de ser desvalorizadas, estigmatizadas y que requieren de tutorias.
“Los tres ejes clásicos antes mencionados, corresponden al modelo de varón hegemónico. Es evidente que en la actualidad éstos son altamente cuestionados y ‘puestos en amenaza’ inclusive, ya que lo realmente cierto es que existen diversas formas de ser hombre y no solo una. Por lo tanto, no se habla de ‘una masculinidad’, sino de ‘masculinidades’. Romper y aceptar nuevos modelos tales como el padre que decide hacerse cargo de las tareas del hogar y no trabajar, constituyen parte de este proceso que lentamente cuestiona hegemonías”, este planteo de las nuevas masculinidades también aparece en el programa lo que aporta una forma de cuestionar lo tradicionalmente valorado.
Aquí también aparece la cosificación de la mujer, ya que los otros "papis” presentan esto de la sexualizacion de los vínculos, pero siguiendo  con “Chori”, este no desestima estar con otra mujer para “soportar” el abandono de su mujer – esposa, aquí vemos lo que se plantea en la 2 clase del curso: “En primer lugar es necesario recordar que las masculinidades se desarrollan bajo una estructura de dominación patriarcal donde existe un directo ejercicio de poder por parte de los varones hacia las mujeres” y “la posesión de lo femenino, es el control que el varón ejerce y mediante el cual la mujer se define por su capacidad reproductiva-sexual-materna y por ser carne-deseo.
Es posible afirmar que ambas formas de dominio, se encuentran directamente relacionadas con el control entre lo privado y lo público”.(clase2)
Aquí vemos como el abandono de ella de las tareas asignadas desde su rol mujer- ama de casa, o sea mundo de lo privado, le genera a el gran confusión, y la persigue para que le explique, pero él no puede escuchar, menos entender, y ella siente mucha culpa, confusión, y hasta vergüenza de su sentir, el está en ambos mundos y ella está a la deriva ya que no hace ni lo uno ni lo otro, mientras intenta aclarar su situación sentimental.
Resulta altamente significativo, como aun así la mujer queda en “cero” (pensando en la construcción de un ser mujer diferente, de una tercera mujer por ejemplo) un rato en este registro binario y machista.
Para terminar diré  tomando palabras de Lipovesky: “La "tercer mujer" escapa a estos esquemas pues su lógica no es ya la de la diabolización o la de la exaltación sino aquella de la indeterminación. La mujer ha dejado de ser la criatura del hombre, ella es autocreación de sí misma.
Si bien en la obra esta mujer se parece más a la segunda mujer de Witting, creo ya estamos en un momento histórico en el cual asistimos a la existencia de la Tercer Mujer.


Bibliografía
  • Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.
  • María Francisca Valenzuela, Clase 1 Estudios de género y masculinidades: Un acercamiento a las formas de ser y hacerse hombre en sociedad. 
  • María Francisca Valenzuela, Clase 2, Sexualidad masculina: Cosificación femenina como forma de identidad.
  • Gilles Lipovesky. La Mujer Posmoderna. Zona Erógena. Nº 42. 1999.



El Chori – Actor Luciano Castro (segundo galán en la  1ª foto)




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TEXTO 2 - Por: Alejandra Morfín (Uruguay)
Docente de Educación Primaria.


Artículo                                       Prostitución-es
Alejandra Morfín

Resumen
La prostitución es un fenómeno presente en todas las sociedades, existen des-acuerdos en cómo conceptualizarla, así como sus principales causas y su estatus moral y político.
En una primera instancia lo que se tratará de definir es lo que implica la prostitución, luego los tipos de prostitución que se dan en la actualidad, para luego abordar las posiciones feministas y por último encuadrar la prostituta en la sociedad del patriarcado.
Cuando se piensa en la prostitución inmediatamente surgen tres ideas o intuiciones: la idea de vender el cuerpo por dinero; la idea de que es una mujer quien vende y un hombre el que compra; la idea de estigma asociada a las personas que realizan estas transacciones. Un problema medular es cómo establecer  una definición adecuada. En la literatura especializada  no existe una definición estandarizada y ampliamente aceptada sobre qué es la prostitución. A lo largo del tiempo ha variado según las épocas, los pueblos, como desde el punto de vista jurídico, social y médico. En este trabajo se considerará como el intercambio de comportamientos de base sexual (coito, bailes eróticos, etc) a cambio de un bien o servicio elaborado por la contraparte (Stillwell 2002, O’ Neill 1997, Hwang y Bedford 2004).
La idea de que la prostituta es aquella que simplemente vende su cuerpo puede ser problemática. Muchas mujeres se transforman en esposas para lograr un hogar y un sustento y no se considerarían prostitutas (Davis 1976). Por eso, algunos autores proponen una definición desde el punto de vista del cliente bajo la cual hay sexo no reproductivo a cambio de un pago.
Muchas de las definiciones tienden a estar excesivamente volcadas sobre la dimensión de la oferta, minimizando el rol de los usuarios o de la demanda en la creación y mantenimiento del fenómeno. 

Tipos de prostitución / trabajo sexual
Si bien existen diferentes tipos de prostitución /trabajo sexual, existe un mayor foco en ciertos tipos (prostitución ilegal, prostitución en la calle, clubes de striptease) que en otros (pornografía, prostitución fuera de la calle, prostitución legal, agencias de sexo telefónico) y menos en otros (clientes, hombres, gerentes, transexuales, etc) Weitzer, 2009.
 Según lo especifica un estudio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UDELAR de Clara Musto y Nico Trajtenberg de diciembre de 2011, los criterios más significativos para clasificar los mercados del trabajo sexual son siete. En primer lugar  es clave, el tipo de servicio. Por servicio sexual directo se entiende que se está vendiendo un tipo de contacto físico de naturaleza sexual. Cuando el intercambio sexual no involucra contacto físico se habla de servicios sexuales indirectos como el striptease, las líneas telefónicas sexuales, la pornografía, el baile exótico, etc (Sanders 2009).
En segundo lugar está el escenario donde se solicita el servicio sexual que está directamente relacionado con el anterior. El acto sexual puede ocurrir en el espacio público como ser en un auto, en  la calle misma, en un hotel, motel o algún tipo de local. Es importante señalar en este punto que la llamada revolución tecnológica ha generado nuevas oportunidades para el desarrollo y propagación de la industria sexual. La difusión de internet ha afectado la disponibilidad y las formas de acceso, conformándose un tercer tipo de espacio de demanda. Los trabajadores sexuales que utilizan este medio hacen más dinero, tienen mayor anonimato, padecen menores costos legales (Lee, Gonyea 2009) y les permite trascender los límites locales (Kuate, Defo 2004).   
Algunos autores como Ann Lucas (2005) han advertido que el servicio sexual ofrecido en la calle suele ser de menor duración, menos multifacético, escasamente recíproco y con ausencia de elementos no sexuales como diálogo y afectividad (Weitzer 2009).
Un tercer criterio de clasificación es el carácter jurídico. Mientras en algunos casos como el de varios estados de EE.UU. y Suecia, se han propuesto una política prohibicionista, en otros países se ha tomado la decisión de legalizar la prostitución como es en el caso de Holanda y algunos estados de Australia. Otros países han implementado alternativas como ser el control de los excesos, efectos perversos o remoción de los aspectos del marco legal que afectan a la prostitución, asociados a la descriminalización.
Un cuarto criterio es el tipo y nivel de la tarifa. Existe una gran variedad en torno a las tarifas de los denominados “trabajadores sexuales”. Algunos autores hacen énfasis en cómo el nivel de las tarifas está asociado al tipo de prostitución y al lugar donde se ejerce. Adicionalmente, también puede ser intercambiado por cigarrillos, comida, bebida, drogas, transporte, pago de cuentas  y todo tipo de regalos.
En quinto lugar se encuentra el nivel de dependencia laboral. En un extremo se encuentra la prostituta que trabaja autónomamente y en el otro, la que lo hace como empleada. Se considera importante hacer la diferencia entre dependencia laboral y explotación económica ya que existe una idea asentada de que la prostituta es explotada económicamente por un individuo, el “fiolo”.
Un sexto criterio es el grado de libertad, esta involucra tanto la opción por dedicarse a este tipo de trabajo, así como la definición de las condiciones de trabajo: tipos de actos sexuales, tipos de clientes, cantidad de horas, etc. En un extremo se encuentran trabajadoras sexuales que por la vía de la violencia, el engaño y la amenaza han sido reclutadas para ejercer la prostitución (trata). Estas mujeres son sometidas a prácticas esclavistas en términos de tipo de trabajo, extensión de la jornada, servidumbre por deuda, etc. (Limoncelli, 2009). Conviene distinguir entre la trata y el tráfico, mientras que la trata implica la utilización de medios violentos para obtener beneficios de las cualidades de una persona, el tráfico refiere específicamente a la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un Estado (Sosa 2007). En el otro extremo se encuentran las que ejercen la prostitución en forma libre, sin coerción o amenaza. Hay matices donde se vuelve complejo identificar los grados de libertad presentes. Una mujer puede ejercer la prostitución sin coerción, pero contar con poca libertad para optar por una fuente alternativa de ingresos.
El último criterio es la condición de oferente, tanto en términos del sexo como de la edad. La prostitución masculina por lo general se inicia a una edad temprana, padece menores niveles de coerción y violencia y posee mayor control sobre las condiciones de trabajo. Los trabajadores sexuales transexuales tienen más probabilidad de sufrir asaltos en el trabajo que los hombres. Además, ocupan el lugar más bajo en la jerarquía del trabajo sexual, ya que poseen según lo demuestran las cifras mayores niveles de infección por SIDA, además de ser menores remunerados y sufrir estigmatización desde las prostitutas no transexuales (Weitzer 2009).

Explicaciones feministas de la prostitución
La tradición feminista se divide en dos grandes grupos que básicamente tienen diferentes concepciones acerca de la prostitución. Por una parte, están los autores centrados en el modelo de la víctima y en las políticas abolicionistas, entre ellas el feminismo radical, el feminismo tradicional, el feminismo del freno, el feminismo anti prostitución, el paradigma de la opresión y el feminismo sexual positivo. Por otra parte, el feminismo de los derechos cívicos y el feminismo liberal, partiendo del paradigma del empoderamiento y de la agencia, plantean políticas de reconocimiento, legalización y regulación de las condiciones laborales del trabajo sexual.
La prostituta en la sociedad del patriarcado
Es importante destacar en este punto la amenaza que constituye la prostituta para el orden patriarcal capitalista. Uno de los hechos más específicos que aparece en el mundo de la prostitución es la transparencia de la transacción. Esta transparencia puede llegar a ser peligrosa en la medida en que supone un cierto desenmascaramiento del orden general de la jerarquía sexual, es decir, de la situación habitual de la mujer dentro del sistema. Esta transparencia parece teatralizar y poner de relieve la esencia del contrato sexual entre hombres y mujeres, contrato en el que el rol femenino es el de ofrecer sexo a cambio de otra cosa y no del propio placer. La obviedad con la que este contrato parte de situaciones desiguales de poder, halla plena luz en la prostitución, poniendo en peligro el relato o cobertura ideológica que supone la idea del amor romántico. La prostituta estaría entonces trasgrediendo los códigos (descodificando las convenciones dentro de las cuales nos relacionamos) y ese sería su crimen (D. Juliano (2006) dice que una aproximación al mundo de la prostitución puede ayudarnos a conocer las relaciones de poder entre sexos y las desigualdades económicas, descubriendo valores y contradicciones que subyacen en el escenario de las relaciones sociales legitimadas.) Por otro lado, la actividad sexual, como actividad económica, contribuiría a separar aún más el sexo de la prostitución como finalidad. Aunque en la sociedad occidental actual, resulta admitido el sexo por placer y no inmediatamente orientado a la reproducción, el fantasma de ésta sigue dirigiendo de modo fuerte no sólo el sexo sino la afectividad. Actualmente se admite el sexo por placer hasta cierta edad dado que la procreación temprana supondría un problema debido a la tardía incorporación al mundo laboral de los jóvenes. Sin embargo, la reproducción como meta última, una vez que se ha superado la “juventud y la diversión”, sigue siendo la ley tendencial de la sexualidad, aquello que parece representar su   cumplimento final, su promesa retardada. La sexualidad  como negocio implica también la adquisición de una dimensión que la sitúa  fuera de la simple destinación al colmar el deseo masculino. Finalmente, la prostitución saca la sexualidad del estrecho marco del matrimonio, institución en la que debe fluir  toda la economía libidinal para asegurar que la pulsión, la libido y el deseo no  atenten contra la economía de consumo sino que sirvan a la misma. La prostitución se presenta como un contexto en el que la relación se agota en la propia relación sexual y de antemano están cercenados los caminos que convertirían al sexo en un preámbulo de la pareja. Si bien se dice que “la prostitución es el trabajo más antiguo del mundo” se debería matizar que lo que es seguro es que fue el único posible para  la mujer durante mucho tiempo (Juliano 2006). Por lo tanto, no es extraño que las primeras estigmatizaciones de la mujer prostituta se debieran al pánico que provocaba el hecho de que las mujeres hubieran encontrado una estrategia laboral en un mundo en el que el trabajo remunerado les era totalmente negado. La prostitución aparece como astucia de la mujer que burla e ironiza la ley sexista  encontrando en su opresor, también un cliente, que revela así su debilidad. Así la prostitución se presentó como una  de las primeras posibilidades para la mujer de salir de la economía masculina y obtener autonomía en este campo. Esto parece doblemente amenazante: la mujer que, al tiempo que gestiona fuera del orden su sexualidad, comienza también a gestionar su economía (Castellanos 2008).
Así como la homosexualidad representa la mayor amenaza para la instalación    del hombre en la cultura sexual dominante (por eso “maricón” es uno de los mayores insultos masculinos), la prostitución se presenta como el límite que administra la dignidad para una mujer (“puta” es lo peor que una mujer puede ser). No conviene para nada, entonces,  que eso que actúa como límite que representa el abismo en la vida de una mujer y aquello en lo que nunca jamás se debe convertir, se normalice, dado que  si eso sucediera toda una escala de valores se tambalearía.

Bibliografía:
  • Castellanos, Belén (2008) “Prostitución, sexualidad y producción Una perspectiva marxista” en Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Madrid.
  • Juliano, Dolores (2006) “Excluidas y marginales”. Editorial Cátedra. Madrid.
  • Limoncelli, S. (2009) “The trouble with trafficking: Conceptualizing women´s sexual labor and economic human rights”. Women Studies International  Forum 32: 261-269.
  •  Musto, C; Trajtenberg, N. (2011) “Prostitución y trabajo sexual: el estado de arte de la investigación en Uruguay” En Revista de Ciencias Sociales Nº 29: 139-143. UDELAR.
  • Sanders, T.; O’Neill, M.; Pitcher, J. (2009).“Prostitution. Sex work, policy & politics”, SAGE Publications, UK.
  •  Sosa, D. (2007). “Trata, Tráfico y Contrabando de Personas”. Organización Internacional  para las Migraciones. Puntos Esenciales para la Administración de la Migración para  los Encargados de formular la Políticas y Profesionales.
  • Stillwell, C. (2002). “The Case for Informationally Based Social. Inclusion for Sex Workers: A South African Exploratory Study”, Libri, vol. 52: 67-77.
  • Weitzer, R. (2009). “Sociology of Sex Work”, Annual Review of Sociology, Nº35: 213-34.
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TEXTO 3 - Por: Macrina Ontiveros (México).
Licenciada en Relaciones Humanas. 

CENTRO DE ESTUDIOS

SOBRE MASCULINIDADES Y GENERO
TALLER:
VARONES QUE CONSUMEN MUJERES
TEMA:
APARTAME DEL APARADOR
PARTICIPANTE:
MACRINA ONTIVEROS ITURRIRIA
ENERO 30, 2014


Apártame del aparador

A donde vayamos, existe un anuncio publicitario persuadiendo al consumidor de que su producto es lo indispensable para estar feliz y satisfecho; colocados sobre puentes peatonales, vallas comerciales, pantallas, lonas; en fin, en todas las opciones para promover artículos, fácilmente y sin tener que esforzarse mucho, encontramos escenas con alto contenido sexual, violencia y discriminación.
A través de la publicidad, hombres y mujeres estamos expuestos a una imagen distorsionada del Ser Humano, que nos causa consecuencias desfavorables, debido a ello, igualmente se distorsionan las relaciones entre los sexos, lo que se considera una apariencia física sana o bella, el comportamiento, valores, expectativas y formas de expresión, entre otras manifestaciones humanas.
La Dra. Jean Kilbourne conferencista e investigadora de la publicidad y las estrategias de mercadeo, autora del documental “Killing us softly” difunde en su mensaje la forma en que repercute en la sociedad e individuos el tipo de propaganda sexista; propone cambiar la forma en que se diseñan las campañas publicitarias y se deje de violentar la imagen femenina. Un punto importante a considerar, según su propuesta, es la sobre- exposición y estimulación que un individuo recibe vía anuncios comerciales, siendo alrededor de 3,000 al día.
Aunque la mayoría de las personas considera no estar influenciada por la mercadotecnia, la realidad es que los anuncios venden mucho más que el producto que promueven; adicional a la utilidad del objeto, las imágenes o conceptos que el anunciante propone, sugiere adquirir a través de éste: éxito, valores, amor, sexualidad, popularidad; es decir, una campaña y/o las tendencias de publicidad dictan lo que somos y lo que deberíamos ser; el ideal de bienestar, felicidad y plenitud que un Ser Humano debería experimentar.
En consecuencia, un anuncio difunde más que un producto; difunde un estilo de vida -tanto individual como social- asociada a éste; configurando en el imaginario del consumidor fantasías de poder alcanzar una vida de ensueño, felicidad, belleza, amor, aceptación, sexo, poder o cualquier otra cosa que se le ofrezca, tan solo adquiriendo, ostentando y utilizando un determinado producto o marca. Lo delicado, peligroso y deshonesto no es la fantasía que recrean en imágenes, frases o videos, sino la forma en que las campañas fijan esa fantasía irreal en la mente del receptor, propiciando que éste lo asuma como una realidad que puede concretar en su propia vida y entorno.
Para lograr sus fines de venta y consumo, cada vez con más y mayor frecuencia, los anunciantes utilizan el sexo, la discriminación y la violencia hacia la mujer, utilizándola como carnada; la mujer aparece en publicidad como una cosa más o concretamente algunas partes de su cuerpo para captar la atención del sector meta; no obstante, todos estos anuncios son vistos por el público general, hombres y mujeres de todas las edades, niveles socio-económicos, formación académica, etc.; en suma, el mercado no se segrega ni se evitan imágenes o videos a individuos que no tienen la capacidad psicológica, mental o emocional para interpretarlas y diferenciar la fantasía de la realidad.
La evolución de la mercadotecnia y la utilización voraz de publicidad para alcanzar altos índices de consumo, han creado una competencia por atraer al mercado meta, por lo tanto, toda estrategia es válida sin importar la ética o la dignidad humana; las estadísticas de consumo hacen constatar que el sexo y la mujer-cosa vende; en ese sentido, las campañas han incluido en sus imágenes, frases y videos, todo tipo de sugerencia placer sexual, además de las relaciones del tipo heterosexual o lésbico, los anunciantes han creado sugerencias de placer sexual en una relación entre una mujer y los objetos, los productos adquieren una personalidad capaz de seducir a una mujer, como lo presenta la campaña de Ruffles en donde la actriz Angelique Voyer seduce a una papa con algunas características masculinas; nuevamente, esta mujer adquiere el rango de cosa.
Todas estas imágenes no son suficientes para los creativos, cada vez sus conceptos se hacen más sofisticados y agresivos; con más frecuencia aparecen en los medios masivos y de circulación común como en periódicos, revistas y televisión abierta, escenas que años atrás se consideraban privadas, obscenas, ofensivas o no aptas para menores: las relaciones sexuales.
En la investigación de Miriam Pardo Fariña y Cristian Venegas Ahumada, titulada FANTASMA Y FANTASÍA IDEOLÓGICA EN LA PUBLICIDAD, publicada por la revista electrónica Razón y Palabra, describen la utilización del estilo de diseño denominado Pornochic principalmente utilizado en el ámbito de la moda; el Pornochic propone imágenes y escenas de la Pornografía manejadas con cuidada estética y matizadas con glamur; a pesar de ello, siguen evocando perversiones sexuales, violencia hacia la mujer, sometimiento de la mujer, varones agresivosdominantes, cosificación del cuerpo femenino, incluso del masculino en algunas campañas y una distorsión de la sexualidad. Son frecuentes las imágenes que sugieren orgías, violaciones, parafilias y completa accesibilidad al cuerpo femenino; las mujeres generalmente aparecen sin voluntad, ausentes e incluso se deshumaniza al no incluir el rostro.
Con la utilización del Pornochic, las imágenes han escalado de sugerentes a abiertamente explicitas. En los años 70 las modelos se utilizaban para mostrar los productos en sus manos, la modelo, quien cubría un rol estereotipado de ama de casa, madre, u otro asignado, tenía la función de presentarlo, era la persona que recomendaba su uso. En la actualidad, las modelos, quienes más que cubrir un rol, cubren una imagen prediseñada –blanca, rubia, delgada sin voluntad o voz-; son una parte más del producto, forman parte del contexto o fantasía que se “incluye” en el paquete; el Pornochic, utiliza específicamente partes del cuerpo como un aparador; los artículos se colocan en el cuerpo, ya no se utiliza la figura femenina completa, no es una mujer la que modela; el diseñador simplemente utiliza una parte considerada sexual o erógena para estimular la fantasía y el producto es asociado con ésta; tenemos entonces que la mejor propaganda no la hace el conjunto de cualidades del artículo, sino el vientre, la espalda baja, el derrier, la parte interna de los muslos, la cadera o los senos, estos últimos son los mejores vendedores y entre más grandes, mayores ganancias.
La Dra. Kilbourne también hace referencia a la cosificación del cuerpo femenino, puntualizando que este fenómeno propicia que la mujer se vuelva un objeto de consumo, desechable y susceptible de violencia; es en este punto en donde el consumidor varón, asume el poder utilizar el cuerpo o las partes del cuerpo femenino que le fueron ofrecidos al adquirir el producto; e igualmente, asume el poder utilizarlo de la forma en que le ha sido presentado: con voracidad, violencia, agresión, desprecio, sometimiento. Un objeto no siente, es utilizable, desechable y puede sustituirse con la finalidad de satisfacer a quien lo está consumiendo. Una expectativa mas, es sobre el cuerpo femenino, sus proporciones y apariencia; se espera que el cuerpo de la mujer con quien se convive sea igual a la imagen diseñada; se detona a partir de esa exigencia tanto el maltrato psicológico como la co-dependencia femenina; muchas mujeres buscan incansablemente alcanzar la perfección que la publicidad muestra, incluso a costa de su salud; la mujer es doblemente violentada: por el varón y por si misma.
Fragmentos del libro de Walter Risso AMAR O DEPENDER nos lo exponen: “Uno de los indicadores erróneos de cotización afectiva más utilizado por la gente apegada es la deseabilidad sexual. "Si soy deseable, soy querible", más de una persona se entrega al mejor postor, buscando obtener amor. La necesidad de amor puede confundirse con lo sexual, pero no es lo mismo. Las personas con baja autoimagen, que se consideran poco atractivas o feas, pueden aferrarse muy fácilmente a quienes se sientan atraídos por ellas.” 
Una mujer que reacciona como lo plantea Risso, a pesar de que sea agredida, utilizada y presionada tanto por su pareja como por la sociedad para entrar en el esquema de belleza que impone el consumo; hará todo lo que pueda para hacerlo; puesto que considera que únicamente por medio de su apariencia física igual a la del diseño será aceptada, valorada y amada; adquiere entonces todos los productos cosméticos o que puedan producir en ella los efectos estéticos o glamurosos que le son presentados; su finalidad es ser vista, apreciada y finalmente “consumida” por la sociedad que le rodea, principlamente su pareja. La Dra. Kilbourne menciona que “dada la venta de la imagen de los grandes pechos y la concepción de la idea en hombres y mujeres de que un busto grande es mejor, mas sexy y atractivo, algunas de las mujeres que se someten a cirugía para incrementar su tamaño terminan por perder la sensibilidad de esta parte de su propio cuerpo, cediendo su propio placer sexual a la fantasía masculina”, para su deleite; cosificándose a sí misma. La expresión y vivencia de su sexualidad queda entonces sujeta al placer de su compañero, su valoración, apreciación y aceptación pertenece a un tercero y no a sí misma. Su logro, es haber obtenido la escena erótica, en donde ella no es una persona, a través la adquisición de los productos y las marcas, junto con la serie de condicionamientos adicionales: accesibilidad sexual, sometimiento, indefensión, falta de voluntad. Una mujer con autoestima baja desea ser como la modelo de la revista, un hombre desea tener a la modelo de la revista, o una cosa similar.
Lo que la mercadotecnia no difunde es la diversidad de técnicas digitales que intervienen en la construcción de la imagen que llega al espectador; haciendo lucir una imagen producida o diseñada, no la imagen de las personas involucradas en el proceso.
El cine como medio de comunicación toma historias de la vida cotidiana para llegar a un argumento creíble, en la película DON JON, dirigida y protagonizada por el actor Joseph Gordon-Levitt, se plantea la historia de un hombre joven adicto a la pornografía; en una escena el protagonista y sus amigos se encuentran calificando los cuerpos de las mujeres que pasan ante ellos en una escala del 1 al 10; la mujer que alcanza el 10 es abordada por éste y el argumento que utiliza para iniciar una relación es: “Eres la cosa más hermosa que he visto”; la protagonista, interpretada por Scarlett Johansson cubre toda la imagen diseñada, así mismo las expectativas de comportamiento, sintiéndose completamenteamada al escuchar y repetir la frase. La historia muestra en el varón la serie de expectativas que le ha creado la pornografía, la incapacidad de relacionarse con una mujer real por la decepción de los cuerpos reales, del desempeño sexual, y su despersonalización al estar inmerso consumiendo sexo a través de la pornografía.
En conclusión, la necesidad de dignificar a la mujer, evitando que el cuerpo femenino sea comercializado como un objeto de consumo mas, se hace indispensable para dignificar nuevamente al varón; liberándolo del papel de consumidor, al tiempo que se le permite asumir un rol masculino sano con el que pueda disfrutar de su sexualidad y compartirla con otro ser humano –mujer- con quien pueda comunicarse, intercambiar emociones, sentimientos, pensamientos y valores.

Una propuesta: apártame del aparador.


Referencias:

  • RISSO, WALTER (2003) Amar o depender Colombia. Editorial Norma.
  • Revista Razón y Palabra/ Número 77 Agosto-Octubre 2011. Investigación Fantasma y fantasía ideológica en la publicidad. Autor: MIRIAN PARDO FARIÑA Y CRISTIAN VENEGAS AHUMADA (2011) Sitio web Dra. Jean Kirlbourne http://www.jeankilbourne.com
  • Referencia de la Película: Un Atrevido Don Juan/ DON JON http://www.imdb.com/title/tt2229499/
  • Video Conferencia “Killing us softly” http://youtu.be/pCzG4bHGzRg
  • Video Comercial Ruffles con Angelique Voyer http://youtu.be/LLgp61L8zqI
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TEXTO 4 - Por: Hernán Manquepillan (Chile).
Docente de Filosofía y Epistemología. 

MASCULINIDAD PODER EL CUERPO MASCULINO COMO LUGAR DE PODER
HERNAN MAURICIO MANQUEPILLAN PIÑEIRO
SANTIAGO, ENERO DE 2014.
INTRODUCCIÓN

“EL CUERPO”
"El cuerpo es una gran razón, una multiplicidad con un sólo sentido,
una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.
También tu pequeña razón a la que llamas espíritu,
es instrumento de tu cuerpo, hermano mío,
instrumento y juguete pequeño de tu gran razón.
Tu dices: "YO", orgulloso de tal palabra; pero lo que es más grande
-aunque no lo quieras creeres
tu cuerpo y su gran razón:
él no dice yo, mas actúa como YO.....
......Siempre escucha y escudriña el propio ser:
Concierta, somete, conquista y destruye.
Reina y también domina el yo.
Detrás de tus pensamientos y tus sentimientos, hermano mío,
hay un amo más poderoso, un guía desconocido.
Se llama "uno mismo" y habita en tu cuerpo; es tu cuerpo."
"Así habló Zaratustra", F.Nietzsche (i)


Somos cuerpo y vivimos como si no asumiéramos la vitalidad intrínseca de cada una de nuestras partes en su heterogeneidad material. Nuestro cuerpo es una obviedad ignorada. No tenemos un cuerpo, sino que somos un cuerpo, es decir una materialidad viva y articulada internamente a lo largo de una historia. Una materialidad forjada a punta de dominio, por siglos denominada, pero pocas veces nombrada, buscada pero poco encontrada. En occidente, por años, enajenada, invisibilizada, ignorada, y como asertivamente dice Foucault, castigada.
Desde las ciencias modernas la antropología cultural levantó las sospechas de su pureza al constatar la vivencia de muchos pueblos aborígenes, y descubrió relaciones nuevas de hombres y mujeres con sus propios cuerpos, desprovistas de culpa, de tristeza, de rabia, o de símbolos que no tuviesen nada que ver con más que su propio placer. El canto del cuerpo pareciera ser el placer, el sopor de la satisfacción, el sueño del guerrero, el descanso de la lucha. Desde aquí quiero pensar en la vivencia del placer sexual masculino, desde el cuerpo. De alguna manera Freud nos abrió los ojos de la carne en la lectura del inconsciente. Y nos asomamos a un abismo, a un sujeto desconocido que cargamos en nuestras carnes y nuestros huesos (ii). Y desde las imágenes, los sueños, los actos fallidos y las asociaciones libres queremos barruntar sus razones, pero ellas escapan a nuestra lógica.
Habitamos nuestro cuerpo pero más bien es él quien nos habita a nosotros, usando como excusa a nuestro consciente cotidiano para esconderse y así vivir tranquilo. La historia occidental de las instituciones ha sido un discurso desde la periferia del cuerpo para someterlo. Coincido con Foucault en el miedo paranoico a las razones del cuerpo, a su voz y expresión, a su ejercicio del poder, al miedo al desarme total de la institucionalidad hegemónica armada con sudor, lágrimas y sangre en todos los procesos punitivos o culturales de crecimiento. Pocas veces ha habido empoderamiento del cuerpo -a mi juicio en la historia occidental, en contraste con la enorme sensación de poder con que se vive en la sociedad actual. ¿Existe una manera -distinta de la que propone la cultura- de habitar nuestros cuerpos a la que podamos tener acceso? y de realizarlo, ¿podríamos habitar de manera distinta nuestros cuerpos?
La práctica de varones del consumo de mujeres a lo largo de la historia, ha sido muy variable y ha adoptado diversas formas culturales y sociales que en algunos casos han conducido a la penalización más estricta de esta conducta como también –y en la mayoría de los casos- a la permisividad y tolerancia mayor para que varones y jóvenes adquieran esta conducta. Nos encontramos entonces con sociedades que favorecen esta práctica y también con otras que la condenan o la reducen. Con todo un estudio diacrónico de este comportamiento nos revelara que con independencia de los mecanismos sociales que inducen a varones –especialmente jóvenes- a adquirir esta práctica, siempre existe la posibilidad de sustraerse a ella en una definición más rigurosa de sí mismo y que puede concebirse como contracultural en determinado momento. Sin embargo en cada época nos encontramos, bajo distintos ropajes culturales e históricos, con la identificación del cuerpo masculino como lugar de poder, especialmente sobre las mujeres. ¿Existe posibilidad de cambio frente a esto? Por algo me planteo estas preguntas ahora, esperando que guarden un sentido.


I. EL DESEO MASCULINO COMO PATRON DE DOMINACIÓN.-
¿Qué lugar ocupa el deseo en la conformación del cuerpo masculino? ¿Por qué ha de ser relevante la constitución estructural del Eros, o de la libido en el lenguaje psicoanalítico en la comprensión del cuerpo masculino? y ¿Qué diferencia habría en la conformación del cuerpo femenino?
Ya Freud cuando se preguntaba acerca de la diferenciación sexual en la metamorfosis de la pubertad (iii) reconocía que no existía una diferenciación definida entre el carácter masculino y femenino, aunque resultaban claramente reconocibles en la infancia. Incluso llegó a afirmar que: "...con referencia a las manifestaciones sexuales auto eróticas y masturbaciones pudiera decirse que la sexualidad de las niñas tiene un absoluto carácter masculino, y si fuera posible atribuir un contenido más preciso a los conceptos "masculino" y "femenino" se podría también sentar la afirmación de que la libido es regularmente de naturaleza masculina, aparezca en el hombre o en la mujer e independientemente de su objeto, sea este el hombre o la mujer".(iv)
Con lo que se identifica radicalmente el carácter de actividad "con un principio masculino" dejando a la dinámica de la sexualidad femenina carente de constitución ontológica por sí misma. Esta idea afirmada en 1905 en los “Tres ensayos para una teoría sexual” fue ratificada por el mismo Freud en 1915 en el ensayo: “Las Pulsiones y sus destinos” en donde matizaría un poco más este acento pero en esencia continúa identificando el principio activo con lo masculino: “La antítesis “activo-pasivo” se funde luego con la de “masculino-femenino”, que antes de esta fusión carecía de función psicológica. La unión de la actividad con la masculinidad y de la pasividad con la femineidad nos sale al encuentro como un hecho biológico, pero no es en ningún modo tan regularmente total y exclusiva como se está tentado a suponer. (v) “
Pues bien este concepto fue profundizado radicalmente en Lacan con la imposibilidad de representar el ser femenino en su simbolización. Constatación que no quiere constituirse en un principio de invisibilización sino más bien en un registro de aquello que las culturas ha edificado en el universo mental de la humanidad, pero que termina definitivamente por invisibilizar al ser femenino, y secundarizarlo. No obstante ya Bourdieu denuncia: "la ambigüedad teórica del psicoanálisis que, al aceptar sin cuestionamientos los postulados fundamentales de la visión masculina del mundo los expone sin saberlo como ideología justificadora..."(vi)
Con todo, reconoce en la dominación masculina un constructo fundamentalmente histórico, cultural, simbólico e institucional, y del cual es imposible escrutar el origen de este dominio.(vii)
Este poder, evidentemente erguido simbólicamente en la apropiación del concepto de libido otorga la única posibilidad de comprenderse a los dominados bajo su propio aparato conceptual perpetuando así la relación de dominio. Esto es lo que Bourdieu denomina el Habitus como construcción socialmente sexuada del mundo y del cuerpo mismo. De este modo las sociedades y las culturas construyen los cuerpos no sólo como realidades diferentes sino como categorías de "percepción y apreciación sexuantes que se aplican al cuerpo mismo en su realidad biológica."(viii) Así la construcción social del cuerpo se imprime como una segunda naturaleza con una violencia imperiosa y con una inconciencia flagrante de sí. En lenguaje de Lacan esta es la constitución falogocéntrica de la dominación masculina, vale decir la libido dominandi masculina convierte a toda la sociedad a adoptar una herencia y un destino social irreductible, como una ley íntima que se cierne en todos los procesos de socialización y en todos los intercambios del cuerpo que acontecen. Esto significa que el falo se ha terminado por constituir en un símbolo de sentido del mundo, del orden social e interpersonal, más allá de la sola denominación sexual. Continuando con la metáfora del deseo como principio del conocimiento podríamos decir que existencialmente el anhelo de vivir se ha constituido –ahora- en un deseo de existir, es decir un deseo de formar parte de este orden en el mundo; deseo de incorporarse en las relaciones sociales como un agente primordial –en el caso de los varones- valioso de suyo. Aquí tiene sentido la pregunta que nos hacíamos al inicio: ¿Qué lugar ocupa el deseo en la conformación del cuerpo masculino? Este deseo desde el inconsciente es el punto de partida psicoanalítico de todos los procesos de socialización vividos al interior de las culturas y de las sociedades.
Las expresiones históricas de mitos y símbolos obedecen a este proceso inconsciente de inserción en un mundo desde un sentido, con una predeterminación falogocéntrica a formar parte de él.
Esta realidad la constatamos también desde las interrogantes: ¿Existe alguna relación inconsciente profunda entre la relación establecida de un varón con su cuerpo y el modo cómo se relaciona con otros cuerpos? ¿Qué es lo que constituye al cuerpo masculino como un cuerpo viril? Estas preguntas no pretenden esencializar o naturalizar la constitución masculina tal como lo han hecho tantos mitos en la historia de las culturas occidentales y orientales. Antes bien apuntan a reconocer la condición de constructo sobre todo en la dimensión sexual que ha estado presente desde el seno mismo de la elaboración de teogonías y cosmogonías.
El género es un constructo pero es un constructo montado sobre condiciones antropológicas y psicoanalíticas que no sólo durante milenios han sido explicados desde una cosmovisión androcéntrica de la humanidad, sino que han hecho consistir el proceso de hominización con la instalación estructurante de mecanismos simbólicos –como el lenguaje- de los cuales ya nos es imposible sustraernos.
Desde aquí en adelante sentamos las bases de ciertas condiciones antropológicas y psicoanalíticas que constituyen los principios de socialización de los cuerpos masculinos y femeninos, en especial en su diferenciación, la percepción construida del Habitus y sus simbolizaciones falogocéntricas. En este contexto todos los procesos socializadores instituyen al falo como símbolo de la virilidad y de una jerarquización corporal en donde lo masculino tiene precedencia. Por ej. la división sexual del trabajo se impone a partir de
esquemas constitutivos del Habitus:
"en tanto matriz de todas las percepciones, los pensamientos y las acciones del conjunto de los miembros de la sociedad y en tanto fundamento indiscutido, porque se halla situado fuera de las tomas de conciencia y del examen, de una representación androcéntrica de la reproducción biológica y de la reproducción social." (ix)
Ahora bien, no obstante este reconocimiento prácticamente nos hace imposible desestructurar este punto de partida, es importante la toma de conciencia diacrónica de cómo ha operado esta estructuración en las culturas, ya que de este modo adquirimos mayor conocimiento –y libertad- del lugar donde se instala nuestro lenguaje y todo nuestro ser para representar la realidad y al otro(a) como interlocutor.


II.- LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL CUERPO MASCULINO.-
En la historia de las masculinidadesx el capital simbólico ha consistido en la valorización del pundonor, principio de conservación y de aumento del honor, a través de representaciones colectivas y simbólicas de procesos cósmicos, biológicos y antropológicos que han operado en acontecimientos mítico rituales establecidos por las culturas. Estos rituales han creado un lenguaje, símbolos e instituciones, bipolaridades jerárquicas (masculino, superior, luz, activo, bien; femenino, inferior, oscuridad, pasivo, mal): "el cuerpo en su conjunto es también percibido a través de las grandes oposiciones culturales: tiene su parte elevada y su parte baja, cuya frontera esta marcada por la cintura, señal de cierre y límite simbólico....... entre lo puro y lo impuro..... la combinación de los dos esquemas engendra la oposición entre las partes nobles y públicas y las partes privadas, escondidas y vergonzosas.(xi)"
Existe una etnografía muy diversa y relevante acerca de los ritos que implican una tarea de masculinización y de lucha simbólica por ingresar a la condición viril. Cada sociedad estructura sus pasos, procesos y sujetos, induciendo a los neófitos a sus nuevas condiciones. Normalmente estos procesos suponen asumir nuevas responsabilidades, cambios en el modo cotidiano de vivir, acceso a nuevas garantías y fundamentalmente nuevos tipos de relaciones con el otro sexo y el mundo adulto.
Cada cultura posee creencias, expectativas y principios sobre la forma en que deben comportarse hombres y mujeres. Desde el momento del nacimiento la sociedad se encarga de trasmitir sistemáticamente las claves diferenciadoras a cada sujeto –varón o niña- que nace. Si el recién nacido/a es niño o niña se le da un trato distinto a cada uno; las reacciones de los padres son distintas e incluso puede que el trato del médico, matrona, partera o chamán durante el parto, será probablemente más suave y tierno si se trata de una niña.
Una vez adjudicado el sexo con el rótulo de “varón” o “niña”, todas las experiencias del/la recién nacido/a serán diferenciadas, especialmente las relaciones con otras personas. Todo el peso de la sociedad se cargará hacia un lado u otro de la distinción de lo masculino o femenino. A medida que el niño/a va creciendo los padres, que son los primeros modelos de masculinidad y feminidad, sistemática e inconscientemente dan señales de cuales de sus conductas y actitudes concuerdan con el comportamiento adecuado a los esquemas masculinos o femeninos y cuáles no. Sin embargo necesitamos profundizar aún más en la intencionalidad y preeminencia del deseo masculino para comprender cómo es que se logra producir la definición del sí mismo masculino. Todos los rituales de paso que identifican la transición al mundo masculino proceden simbólicamente a través de la negación de la dimensión femenina de lo masculino: “Estos ritos se sitúan en la larga serie de actos que buscan separar al muchacho de su madre, empleando objetos fabricados al fuego y propios para simbolizar la hendidura, el puñal, la verja del arado……la tarea de masculinización se sigue con esta introducción en el mundo de los hombres, del pundonor y de las luchas simbólicas…..”(xii) Es decir es necesario generar consciente e inconscientemente un patrón de distinción de las realidades heterogéneas de la sexualidad. Este patrón bipolar sólo permite definir positivamente uno de los sexos en virtud del ejercicio de su deseo, extrapolando el sistema de oposiciones en la dimensión social de las relaciones humanas, en los roles asignados a cada uno de los sexos.(xiii) Así comprendo entonces la urgencia cultural de construir al varón desde su deseo sexual y en abierta lucha o negación del deseo femenino.
El proceso de construcción social del varón supone una operación con dos caras que pocas veces son comprendidas en su sentido. Por una parte, se reducen las diferencias personales potenciales entre los individuos varones tratando de uniformizarlos en torno a un modelo de sujeto masculino. Por otra, se trata de aumentar las diferencias que todos los varones podrían tener con las mujeres, sometidas a un proceso semejante de reducción de diferencias individuales y homogeneización en torno a un modelo de sujeto femenino. Si lo planteáramos de otra forma: ni los hombres son tan parecidos entre sí potencialmente, ni son potencialmente tan distintos a las mujeres. Aún después de sufrir el proceso de socialización o constitución social del género, los varones y las mujeres manifiestan notables diferencias con respecto a las personas de su mismo sexo y notables coincidencias con respecto a personas del otro sexo. Pero el sistema patriarcal se encarga de tratar a las personas como si fuesen idénticas a las de su mismo sexo y muy diferentes a las del
opuesto. Este dato se corrobora con una observación de la antropología cultural: “si recorriésemos las estructuras de las sociedades conocidas encontraríamos que no hay ninguna actividad que haya sido siempre atribuida a los hombres. Ni siquiera ha sido constante la atribución de características. Ha habido sociedades donde remendar, aunque sólo fuera las artes de pesca, ha sido considerado masculino y sociedades donde mostrar agresividad ha sido considerado propio de las mujeres. Y sin embargo, a lo único que nos conduce el estudio comparativo de roles y atributos es a la constatación de que lo que hacíamos antes, fuese lo que fuese, era considerado importante.”(xiv)
A partir de este dato podemos comprender el núcleo de la construcción social del varón. En el proceso de socialización diferenciado que recibe el recién nacido señalado como varón, lo fundamental es que el sujeto asuma la importancia de serlo. En la sociedad patriarcal, la identificación con el género se da precisamente mediante la asunción o interiorización de este valor fundamental: posee mayor importancia –ontológica- ser varón que mujer. No importa tanto el grado de aprendizaje de pautas masculinas que haya alcanzado el sujeto
como el que se adhiera orgullosamente al mundo masculino. En los varones la identidad de género es una ideología del valor, un espíritu de cuerpo. Si visto desde el lado del colectivo la construcción social masculina es un delirio de grandeza, visto a través del sujeto individual se trata de una adhesión orgullosa permanente, y que –tal como propongo aquí- se inaugura con el deseo sexual en ejercicio sobre una mujer.
Tal como hemos señalado, el proceso de socialización consiste en fomentar ciertas posibilidades del individuo varón y amputar o reprimir otras. Creo que no es necesario considerar qué es lo que se reprime y qué es lo que se fomenta. Podemos anticipar a este respecto la idea de que en general se reprime la afectividad y el interés por lo íntimo y doméstico y se fomenta todo aquello que sirva para convertirse en sujeto pleno y exitoso en la vida social. Sin embargo el fracaso del sujeto en conseguir los estándares deseados no provoca la rotunda descalificación del sujeto varón como varón socialmente constituido.
Basta con que se asuma de alguna manera la importancia de ser varón, por eso consideramos que es la consigna fundamental. En síntesis recogeremos esta distinción - que me parece clave- de los siguientes elementos para caracterizar este proceso: “Todo individuo varón parece haber sido informado de la importancia/superioridad de serlo a través de los siguientes procesos:
• Capacitación de la importancia del padre en el grupo doméstico.
• Percepción del orgullo materno de haber dado a luz un varón o incluso de haberle
dado un sucesor al padre.
• Probable trato preferente sobre las hembras.
• Refuerzo sexual de todo lo positivo que realiza. Un niño que se come la papilla suele ser elogiado como todo un hombrecito con más frecuencia que una niña como toda una mujer.
• Alternativa entre ser sobre exigido por ser hombre y ser disculpado reverencialmente por serlo.
• Captación a través de las personas próximas, familiares o no, de la importancia de los varones y de la mayor pluralidad y vistosidad de las ocupaciones de ellos.
• Percepción, a través de los medios de comunicación, de que los roles interesantes, protagonistas, de mando o supervisión, importantes, son desempeñados por hombres.
• Percepción de una eventual estructura sobrenatural en la que la jerarquía máxima, Dios o Alá, aunque oficialmente definido como espíritu, aparece, sin duda, como un personaje masculino.
Más adelante, la escuela, el barrio, el trabajo, las lecturas, irán confirmando esta impresión de que ser varón es ser importante. Pero, además es probable que su propio padre le haya dicho expresamente que forma parte de un prestigioso colectivo o vasta corporación, la de los hombres”. El sujeto varón va progresivamente siendo informado de que forma parte de un prestigioso grupo constituido en especial por las más altas cimas de todas las actividades, no importa cuán diferentes sean éstas. Prestigiosos o importantes personajes resultan ser sus colegas o congéneres. Dios Padre, Jesucristo, el Papa. Alejandro Magno, Julio César, Napoleón, Cervantes, Don Quijote, Julio Verne, Hernán Cortés, Indiana Jones, Superman, Picasso, Julio Iglesias, James Bond, El Cid, García Márquez, Beethoven, Hitchtcock, Don Juan Tenorio, el Demonio, el victorioso Angel San Miguel... son socios del mismo club al que pertenece el sujeto varón”.(xv)
Podemos concluir medianamente que la masculinidad es una categoría muy diversa, que ha tomado muchísimas formas en la historia, que está sujeta a enormes contradicciones, pero que sin embargo en la mayoría de los casos ha estado en relación con algún tipo de poder, sea éste militar, económico, religioso, moral educativo y en el peor de los casos en los varones pobres para decidir por sí mismo qué hacer con la propia vida. Me asombra redescubrir, con Foucault, cómo este poder ha generado comportamientos y establecido modelos de relación auto legitimados que se manifiestan no sólo en la construcción social sino también en lo más profundo de la intimidad erótica de la relación de pareja. Desde esta perspectiva, pienso, es posible acercarnos al imaginario del poder masculino tratando de comprender existencialmente sus fantasías, anhelos, limites que se auto propone y especialmente el modelo de relación que tiende a establecer desde sus imaginarias cuotas de poder con las mujeres con las que se encuentre en su trayectoria sexual.


III.- PODER EN EL CUERPO MASCULINO QUE CONSUME MUJERES.-
En definitiva en el proceso de asumir la identidad masculina como una tarea del desarrollo psicológico y psicosocial, el cuerpo tiene un lugar central, depositario de las experiencias y performatividades que asume el sujeto varón. Me llama la atención en este proceso una cierta despersonalización del cuerpo tal como la señala Benno de Keijzer: “Los hombres hablamos de “el” cuerpo y no de “mi” cuerpo, como si fuésemos tan sólo ocupantes del penthouse (cabeza) de ese instrumento. Ver al cuerpo como instrumento podría ser típico de los sectores subalternos en donde el trabajo y la fuerza corporal son centrales para la sobrevivencia. Sin embargo, revistas como Men’s Health dirigidas a los miembros de la masculinidad hegemónica también enfatizan al cuerpo como algo que tiene un “manual de dueño”, con (guías de mantenimiento) para “maximizar tu máquina (Caine & Garfinkel, 1996) (xvi)”.
Esta condición enajenada de la corporalidad como un “alter ego” es consistente con el modo de construcción social del rol masculino ya que este proceso exige uniformizar ciertas condiciones sociales en las que debe incardinarse el varón no obstante no encuentre razón en ello. Como veremos en el último apartado esto se constituye en condición de posibilidad de extrapolar el cuerpo masculino en dimensiones que van más allá de su limite material, es decir el cuerpo masculino se identificará en los jóvenes con los aparatos de música, mp3,
con su ropa, indumentarias; en los de mejor condición social con los computadores, autos, videojuegos, etc. Cada una de estas extrapolaciones del cuerpo –concluyo anticipadamentemanifiestan formas peculiares de vivir el poder en el cuerpo de los varones, una de las cuales en muchos varones es el uso del cuerpo como un órgano que fagocita cuerpos de mujeres.
En el contexto de esta dimensión cosificadora del cuerpo masculino puedo comprender el ejercicio de la sexualidad como una extrapolación de esta cosificación hacia los cuerpos de las mujeres, que ahora son usados, gozados y fagocitados en el ejercicio sexual.
La sexualidad masculina se ha interpretado como un ejercicio del poder sobre las mujeres y sobre otros varones. Hernández (1995) reconoce dentro de las principales características referidas a la sexualidad en los varones el que se trata de una obligación y algo que se debe demostrar de forma casi obsesiva, como objeto de medición y competencia violenta, en tanto proceso de sometimiento de los débiles; describe la sexualidad en los varones como mutilada ya que se centra en el pene, como homofóbica ya que descarta y descalifica posibles relaciones afectivas con otros hombres y como irresponsable, en términos de que no requiere pensar en otras personas para darle satisfacción a quien la ejerce. En una lógica heterosexual, ello se engendra a una sexualidad de un “ser para los otros”, cuyo ejercicio sexual es negado por sí mismo y por la sociedad, con lo que se complica enormemente cualquier posibilidad de interacción satisfactoria, placentera y equitativa. Tal como lo plantea este autor esto se hace aún a cuesta de un considerable costo emocional para el sujeto, aunque este proceso sea inconsciente.
En definitiva la estructura del poder ha quedado establecida en el cuerpo masculino y a partir de allí se proyecta en todo tipo de manifestaciones y extrapolaciones performativas de su mismo cuerpo. Muchas de estas expresiones podemos constatarlas en los jóvenes de hoy, se identifican con sus autos cuando compiten en carreras de alta velocidad, les gusta la adrenalina; para los más aficionados a la computación, se especializan en programas, hacker, en navegar por distintos espacios del mundo virtual y supeditan sus encuentros con el otro(a) a este medio. Tienen Blogs, fotologs, instagram, facebooks, y postean permanentemente, asociándose en grupos o comunidades virtuales con personas de las que no tienen ninguna idea. A través de este medio conocen personas de otro sexo a quienes califican como “minas” (xvii) y donde predomina un tipo de relación pragmática en un primer momento. Cada joven varón busca extrapolar su cuerpo para canalizar ese deseo fundante que esta a la base de su constitución masculina. Así los jóvenes de sectores populares se identifican más con el deporte en su grupo de amigos o demás jóvenes del barrio. Allí compiten, demuestran habilidades y constantemente están procurando legitimarse a través del triunfo del(os) otro(s) varón(es) con menores capacidades. Así podríamos identificar a muchos estudiantes y jóvenes de acuerdo a sus experticias competitivas o de acuerdo a los espacios técnicos o virtuales con los que extrapolan su ser masculino.
Por último quisiera destacar que en esta lejanía/cercanía de los varones con su propio cuerpo, herramienta que les permite sostenerse a sí mismos en una permanente interrelación con el otro(a), individual y social, he querido identificar esta característica de la extrapolación del cuerpo en un otro técnico, mediático, competitivo e inconsciente de sí, como una forma de hacer transitar el poder desde el mismo cuerpo hacia la cultura y al mundo. En realidad me parece interesante como el mercado recurre permanentemente a propagandas erotizadas sobre el cuerpo femenino como si tuviese que repetir un credo patriarcal cada cierto tiempo de modo de volver a "situar" a la mujer y a los varones en un lugar heteronormativo correcto. Efectivamente tengo la impresión de que el patriarcado se visibiliza como un credo religioso donde el cuerpo femenino es sacrificado permanentemente en este ritual publico de consumo. No solo lo vemos esto en desodorantes, también esta en calendarios de repuestos mecánicos, perfumes seductores, shampoos mágicos, utensilios de higiene domestica dirigidos a mujeres, alimentos, cigarros, etc. Hoy en día todo se puede vender apelando al cuerpo femenino como moneda de cambio simbólico. Evidentemente esta moneda de cambio se homogeneiza, se recrea en base a un estereotipo de la perfección, voluptuosa, rubia, tez clara, alta, etc. Con ello imagino como se des identificarán la inmensa mayoría de mujeres que no cumplen este estereotipo. En esta línea la cosificación del cuerpo femenino la tiendo a interpretar como una des-subjetivación del sermujer.
Vale decir en el mercado ya no importa lo que una mujer sienta o piense, es un objeto y como tal se legitima su uso y abuso; mientras tanto el varón se construye como el sujeto de la relación.
El poder se ejerce –decía Foucault- por lo tanto no se posee inerme, como algo dado estático y que pueda recurrir cuando quiera. El poder culmina en el ejercicio de nuestro ser más íntimo, nuestro cuerpo, y desde allí se abre a la realidad interpersonal como un dato a priori en las relaciones humanas. Cuando no se manifiesta se vuelve contra los mismos varones, convertido en culpa, en remordimiento, en deseo reprimido, y por lo tanto va a buscar su propia válvula de escape para liberarse. He querido reflexionar teóricamente sobre este lugar del deseo en el cuerpo masculino y cómo logra –patriarcalmente- construir cultura, ritos, relaciones, objetos y sobre todo cuerpos masculinos llenos de deseo que buscan satisfacción. Pienso que desde aquí puedo comprender en parte el origen de la practica del consumo de cuerpos de mujeres por tantos varones que recurren a esta practica a lo largo de sus vidas. Esperemos que tomas de conciencia como esta puedan ayudarnos a reconocer nuestras violencias sobre otros/as para no seguir dañando los espacios de tantos(as) otros(as) que viven con nosotros y que comparten nuestras vidas.


NOTAS
i.- "Así habló Zaratustra", F.Nietzsche Ed. Porrúa, Argentina, 1998.
ii.- Expresión usada por Santo Tomás de Aquino en la Summa Theologicae para referirse a su cuerpo en concreto.
iii.- “Tres ensayos para una teoría sexual”, Ed Altaya, Barcelona, 1986
iv.- Idem.
v.- “Las Pulsiones y sus destinos”, en “Los textos fundamentales del Psicoanálisis”, Ed. Altaza, Barcelona, 1986.
vi.- Bourdieu, La dominación masculina
vii.- "Dado que esas formas de pensamiento de aplicación universal parecen siempre registrar diferencias inscritas en la naturaleza de las cosas y que se ven conformadas una y otra vez por el curso de los acontecimientos, en particular por todos los ciclos biológicos y cósmicos, así como por el acuerdo de todos los espíritus en los cuales se encuentran inscritos, no se ve como podría ver la luz la relación social de dominio que le dio origen y que, por un trastocamiento completo de las causas y los efectos, aparece como una consecuencia de un sistema de relaciones de sentido independiente de las relaciones de fuerza.", Bourdieu, “La dominación masculina”
viii.- Idem, Bourdieu.
ix Ïdem, Bourdieu
x.- No obstante la hegemonía de la socialización masculina, es más pertinente dar cuenta de la diversidad de etnias, clases, edades, culturas y orientaciones sexuales asumiendo las dinámicas sociales en que se encuentran insertos los varones, por consiguiente corresponde hablar de masculinidades para así tampoco esencializar más el concepto
xi.- “La Dominación masculina”, P. Bourdieu,
xii.- Idem, P. Bourdieu,
xiii.- Particularmente la construcción simbólica que opera en la educación concluye en esta dimensión política de relaciones intersubjetivas.
xiv.- “VARÓN Y PATRIARCADO”, Josep-Vicent Marqués, Extractado de: Isis Internacional, 1997. Ediciones de las Mujeres N° 24.
xv.- Ídem.
xvi.- “Hasta donde el cuerpo aguante: Género, Cuerpo y salud masculina”, Benno de Keijzer, en
http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/paginas/reporteBenodekeijzer.htm
xvii Calificativo a mujeres en Chile. Existen versiones mas populares en usos del lenguaje coloquial que cabria destacar.

BIBLIOGRAFÍA
• "Así habló Zaratustra", F.Nietzsche Ed. Porrúa, Argentina, 1998.
• “El segundo sexo”, Simone de Beauvoi,r 1970
• "Reflexiones sobre género y ciencia”, Evelyn Fox Keller, Ed. Alfons el Magnanim, 1989, Valencia, España.
• “La dominación masculina”, Pierre Bourdieu,
• “Tres ensayos para una teoría sexual”, en “Los textos fundamentales del Psicoanálisis”, Sigmund Freud, Ed Altaya, Barcelona, 1986.
• “Las Pulsiones y sus destinos”, en “Los textos fundamentales del Psicoanálisis”, Sigmund Freud, Ed. Altaza, Barcelona, 1986.
• “Procesos de formación de identidad en adolescentes y jóvenes, adolescencia”, Patricia Hamel,
Extractado de: Características Psicológicas de la Adolescencia, Hamel, P., 1999.
• “Identidades, cuerpos, sexualidad e intimidad en varones adolescentes heterosexuales”, extraído del articulo “¿En qué están los varones adolescentes? Aproximación a estudiantes de enseñanza media”, presentado por José Olavarría en el Encuentro sobre sexualidades, género y cultura: un diálogo desde el sur., Universidad de Santiago, Agosto del 2003.
• “Hasta donde el cuerpo aguante: Género, Cuerpo y salud masculina”, Benno de Keijzer, en
http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/paginas/reporteBenodekeijzer.htm
• “GÉNERO Y RELACIONES DE PODER EN LA ACTUALIDAD”, Alfonso Luco, Extractado de: Identidad y Roles de Género, Luco, A., 1998.
• “LA EQUIDAD DE GÉNERO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: DESAFÍOS DESDE LAS IDENTIDADES MASCULINAS”, Juan Guillermo Figueroa,1998.
• “LA ENFERMEDAD SE LLAMA MACHISMO”, Eduardo Liendro, Extractado de: Revista Mujer y Salud
RSMLAC 1/1997.
• Apuntes de clases: "El pensamiento de Baudrillard sobre la seducción" y "Preparativos de Lecturas del Amor", Cristóbal Holzapfel.
• "La Transformación de la intimidad", Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Anthony Giddens, Ediciones Catedra, Madrid, 2000.
• "Hombres: identidades y violencia", José Olavarría, editor, 2° Encuentro de estudios de Masculinidades: identidades, cuerpos, violencia y políticas públicas, FLACSO, Santiago, 2001
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TEXTO 5 - Por: Katerine Pintos (Uruguay).
Docente de Biología

OBSERVATORIO MASCULINIDADES Y GÉNERO
CURSO - TALLER 
"VARONES QUE CONSUMEN MUJERES"
Katerine Pintos.
INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo se pretende realizar una breve recopilación de los principales temas abordados en el curso "Varones que Consumen Mujeres”. Para ello se elaborará un artículo en el cual se tratará de responder algunas interrogantes utilizando bibliografía proporcionada por los docentes a cargo del mismo.

¿Qué características definen a un hombre de acuerdo al perfil ideal buscado en esta sociedad?
Antes de comenzar a responder estas interrogantes y con el fin de  evitar confusiones es pertinente hacer una distinción entre los siguientes conceptos: sexo, género y rol de género.
Según lo expresado por  María Francisca Valenzuela  en “Un acercamiento a las formas de ser y hacerse hombre en sociedad” el sexo corresponde a diferencias biológicas que existen entre hombres y mujeres, el género es el “sexo socialmente construido”. De acuerdo al párrafo anterior  el sexo podrá afirmar  si unos tienen pene y otras vagina, y el género por su parte revelará el carácter cultural-simbólico asociado a los cuerpos. Es decir, aquellas características, elementos, conceptos y comportamientos que hacen de la mujer una mujer y del hombre un hombre.
Finalmente el rol de género de acuerdo a lo expresado en el Manual “Educando en la diversidad” es el papel, acción o actitud asumido por una persona de acuerdo a factores sociales, culturales, políticos, económicos, éticos o religiosos. Cabe aclarar que muchos roles de género no son exclusivos de un determinado sexo, sino que pueden ser desempeñados con igualdad por ambos, aunque con diversas formas de expresión.
Luego de hacer estas distinciones pasamos a responder la interrogante formulada anteriormente.
De acuerdo a lo expresado por la autora citada el hombre tradicional debe ser heterosexual, trabajador, proveedor de familia, fuerte, protector, etc. Parafraseando a Valenzuela a estas características se le agregan variables físicas y económicas tales como ser blanco de cabello claro y con un nivel socio-económico elevado. Es así que se puede obtener un perfil “socialmente deseable” en todos sus niveles y así construir al hombre más aceptado en sociedad.
Además de estas características que debe reunir un hombre para tener el perfil ideal requerido por la sociedad, se le asigna determinados roles donde según M. Kauffman citado por Valenzuela estos son: Protector, proveedor y reproductor.
Es de especial interés el rol reproductor para luego analizar de qué manera los hombres prueban su masculinidad y que rol juegan las mujeres en la sexualidad masculina.
En su rol reproductor según Valenzuela no sólo se trata de competencia por mujeres, sino también en relación al tamaño del pene, al rechazo de comportamientos “afeminados” –ser pasivo- , al consumo de pornografía y/o prostitución, entre otras características de validación.

La prostitución: uno de los mecanismos de validación de la sexualidad masculina
Antes de realizar el análisis correspondiente acerca de la prostitución cabe destacar que los hombres ejercen dominio tanto en el ámbito privado donde la mujer se define por su capacidad reproductiva-sexual- materna y también en el ámbito público donde la mujer se define por ser carne-deseo. Se prestará especial atención en la sexualidad pública qué es el ámbito donde se ubica la prostitución. De lo anterior y parafraseando a la autora podemos decir que los hombres además de tener una mujer en su casa, reproductora, encargada del cuidado de la familia y del hogar traspasan su sexualidad a la calle, mediante consumo de prostitución, publicidad sexista y acoso callejero. Por lo tanto podemos decir que la sexualidad pública es el espacio de codificación femenina por excelencia.
Parafraseando a Valenzuela la mujer desde este punto de vista (la sexualidad pública) es un objeto de deseo que es alcanzable, disponible y que se erige como adorno para otorgar placer. Si salimos a la calle observamos imágenes tales como “Mujer de la calle” para referirse a la prostitución, gigantografías de mujeres con alto erotismo promocionando cerveza, varones silbando, gritando o incluso tocando mujeres que circulan por la vía pública, son todos comportamientos y acciones que demuestran lo anteriormente expresado.
De esta forma es posible afirmar que la mujer aunque es parte de ese espacio público no es un ser con derecho de transitar libremente en él. Por lo que la prostitución es el ícono del dominio masculino en el plano sexual, ya que cruza dos esferas de poder –reproductiva y economía- . En este sentido, el varón con poder adquisitivo, intercambia dinero por una experiencia, ejerciendo una doble violencia estructural: oprime una sexualidad y transforma a la mujer en un bien de consumo.

¿La prostitución es un trabajo? 
Si consideramos la definición de trabajo de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) el trabajo debe ser libre, igualitario, seguro y humanamente digno. De acuerdo a esta concepción podríamos afirmar que la prostitución no es un trabajo debido que en ella no se respetan los derechos humanos, sexuales y reproductivos de las mujeres y las coloca en una posición de objeto, por lo tanto una posición inferior frente a quienes lo consumen. 

¿Por qué las mujeres se prostituyen? ¿Para ganar dinero o por placer? 
Para responder brevemente estas interrogantes se tomará lo dicho por el Sexólogo y Psicoanalista Darío Ibarra: “… por lo general, las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen para ganar dinero no por placer sexual. En caso de que una mujer lo haga por placer sexual creo que habría un problema con la sexualidad”.De acuerdo a lo expresado por Ibarra queda claro que la mayoría de las mujeres que se dedican a la prostitución lo hacen para ganar dinero, para ellas es un medio rápido y fácil que le permite conseguir lo que necesitan y desean, y no por placer. 

¿Cuáles son las razones por la que los hombres consumen prostitución? 
Para responder esta interrogante se considerará testimonios de hombres de distintas edades y profesiones citados por Darío Ibarra en “Subjetividades masculinas en el consumo de cuerpos femeninos”. 
Algunas de las razones por las que los hombres consumen prostitución o se “van de putas” son las siguientes: 
- Por diversión: si salen de noche a una fiesta con amigos y no tienen relaciones sexuales, no penetran una vagina, no se divierten. 
- Porque si no pagan no tienen posibilidad de tener relaciones sexuales: acá se observa una contradicción, ya que por un lado el hecho de consumir sexo, “irse de putas” demuestra hombría, ser macho, por otro lado “pagar por sexo” es signo de debilidad, de poca hombría, de falta de recursos de seducción para tener sexo siempre que desee. 
- Por respeto a su “esposa santa”: son hombres que con sus esposas no se animan a tener determinadas conductas sexuales porque consideran que al hacerlo le faltan el respeto, es algo violento, la consideran “santa” entonces lo hacen con las mujeres de la calle “las prostitutas” porque opinan que si se les paga por sexo pueden exigirle lo que les plazca. 
- Por cultura: hay hombres que plantean que en la cultura del “macho vivo” lo importante es “penetrar”, sin importar si es a una mujer, a un hombre, o un travestí. El macho sexualmente activo es el que penetra, y por ello no se considera “puto”, siempre y cuando no sea él el penetrado. 
- Por naturaleza: plantean que es algo necesario, natural, el hecho de tener relaciones con una mujer es parte del instinto animal del hombre. 
- Por felicidad: algunos hombres consideran que tener relaciones fuera de su casa es una forma de ser y mantenerse feliz. Por no mantener vínculo afectivo: a diferencia de una relación formal que se establece un vínculo afectivo muy fuerte, donde hay exigencias, obligaciones que cumplir, muchos hombres no se sienten cómodos con esta elección, no quieren asumir responsabilidades, y optan por el consumo de prostitución.

¿Cuáles han sido las causas que han favorecido la dominación de los hombres a lo largo de la historia? 

VULNERABILIDAD AFECTIVA Y SEXUAL DE LA MUJER: FACTOR QUE FAVORECE LA DOMINACIÓN MASCULINA 

Antes de comenzar a hacer referencia sobre este tema es pertinente considerar algunos puntos respecto a algunas fortalezas que tienen las mujeres. 
Según lo expresado por Darío Ibarra en “El sexo como objeto de consumo” las mujeres tienen una fortaleza yoica para enfrentar las adversidades de la vida y una capacidad resiliente que se ha visto favorecida a lo largo de la historia y que se transmite de generación en generación. Entre esas adversidades podemos nombrar: la sobrecarga de trabajo en el área doméstica, ser únicas cuidadoras y educadoras de los/as hijos/as y los/as ancianos/as de la familia, entre otras que los varones no son capaces de sostener. 
En cambio si analizamos el área de las relaciones de pareja y la sexualidad de las mujeres se observa una cierta “vulnerabilidad femenina” en varios aspectos que a continuación haré referencia a los mismos, pero que creo que juegan un rol importante y que han favorecido ampliamente la dominación masculina sobre las mujeres en lo que respecta a su sexualidad. 
Siguiendo en esta línea de análisis la Dra Irene Meler (2012) citada por Ibarra plantea algunos aspectos en los que la subjetividad femenina es especialmente vulnerable, sobre todo en lo que respecta a vínculos amorosos. Dentro de ellos, se destacan los siguientes puntos: 
Dependencia femenina: parafraseando a Grunberger (1977) podemos decir que las mujeres de ésta época han sido educadas desde niñas con la idea de que existe el “hombre de sus sueños” o el “Príncipe”, que la salvará de la autoridad del padre y la hará feliz eternamente, ya sea por sus madres que le inculcan esos pensamientos o por el consumo de ciertas producciones cinematográficas lo que ha generado la dependencia afectiva de las mujeres, y el pensamiento de que no son felices si su vida no gira en un entorno de pareja con el hombre que fantasean. Además ese “Príncipe” debe ser en lo posible un hombre con poder, prestigio, dinero y atractivo, es decir, el perfil ideal que espera la sociedad y que la hace sentir segura y con más valor que otras. 
· Pasividad femenina: la mayoría de las mujeres tienen la tendencia a esperar a “ser elegidas” en vez de “elegir al hombre que desean”, debido a que la necesidad de ser amada es mayor que la de amar” siendo otro aspecto que las vulnerabiliza. 
· Pasividad masculina: otro de los aspectos que vulnerabiliza a las mujeres es el hecho de que muchos hombres generan una suerte de identificación con el padre pasivo, que llega a la casa y se tira a dormir o mirar televisión a esperar la cena. Madre activa que hace la tarea en doble o triple jornada laboral. Esto también vulnerabiliza a las mujeres porque las coloca en una situación de mujer activa (aunque en el discurso sea pasiva) motor del hogar y hombre pasivo, que recibe servicios y privilegios de esta mujer. 
También en lo que respecta a los vínculos amorosos y según el modelo hegemónico femenino el ideal de mujer implica ser una “santa”, vale decir, mujer de un solo hombre, mujer de familia y monógama. Siendo así la mujer no tiene derecho a enamorarse de otra persona que no sea su esposo, a divorciarse, formar una nueva familia, por lo que debe permanecer siempre a su lado, para que de esa manera no reciba el calificativo contrario al de “mujer santa” es decir, para que no sea llamada de “puta”, en cambio los hombres si tienen permitido cambiar de esposa, engañarla, etc. Podemos decir que en la sociedad, aunque este aspecto está cambiando, existe una monogamia obligada para las mujeres y una poligamia permitida para las mujeres. 
Todos estos aspectos así como muchos más que no se han mencionado vulnerabilizan a las mujeres, generan dependencia y otorgan cada vez más poder a los hombres. Esperamos que los derechos de las mujeres como personas así como también los sexuales y reproductivos se respeten cada vez más, que se cumplan y que dejemos la vieja concepción de la sociedad de la doble moral “mujer santa – mujer puta” por quizás, en el futuro, la “tercer mujer”. 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  • Ibarra, Darío. (2013) “Subjetividades Masculinas en el Consumo de Cuerpos Femeninos”. Uruguay, 1-4. 
  • Ibarra, Darío. (2013) “El Sexo como objeto de consumo”. Uruguay, 1-6. 
  • Valenzuela, M. Francisca (2013) “Estudios de género y masculinidades: Un acercamiento a las formas de ser y hacerse hombre en sociedad”. Chile, 1-5. 
  • Valenzuela, M. Francisca (2013) “Sexualidad masculina: Cosificación femenina como forma de identidad”. Chile, 1-4.
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TEXTO 6 - Por: Sebastián Ibargoyen (Uruguay). Interesado en la causa.
Difusión de la construcción del macho clásico y la cosificación de la mujer a través de las redes virtuales y los videojuegos
Sebastian Ibargoyen

El consumo de la prostitución es una conducta que se origina a través de la imposición de construcciones socio-culturales dentro de la hegemonía patriarcal. Son estos artefactos totalmente naturalizados dentro de la cultura occidental; los modelos de comportamiento y conductas del macho clásico se han establecido en la misma a través de varias generaciones. Si bien la construcción del macho clásico se encuentra más cuestionada en la actualidad gracias a los aportes de las ciencias sociales y estudios de género, es importante resaltar los mecanismos y fuentes por los cuales esta ideología es diseminada y mantenida a través de las generaciones. 
Los mecanismos que refuerzan el estereotipo y conductas del macho clásico en las juventudes operan a través de las experiencias cotidianas – tales como la diferencia de trato en el hogar y la escuela por los padres, maestros y otra figuras de autoridad que perpetúan las mismas conductas – y de las influencias externas – el tipo de juguetes, ropas, y artículos diseñados para cada género, y los mensajes que transmiten los medios de información. Los diferentes canales de entretenimiento son también responsables en difundir las construcciones machistas, y hoy en día los nuevos canales de comunicación que aporta el internet, así como la proliferación de los videojuegos, han creado nuevos ámbitos de naturaleza abstracta (y muchas veces anónima) en donde la camaradería entre hombres jóvenes se fomenta con fervor, diseminando pensamientos y actitudes de macho clásico sumamente polarizadas.
La sensación de protección que otorga la comunicación por internet, tanto en distancia como en anonimato, sumado a la interconexión de los usuarios, expone a la nueva juventud a una gran cantidad de opiniones gravemente agresivas y machistas. Esto es muy evidente dentro de ciertos círculos: en las comunidades de los MMORPGs (como World of Warcraft) o de los shooters (Call of Duty, Halo, Modern Warfare), siempre que un jugador es verbalmente transgredido por otros, fuera del motivo para del ataque, es su masculinidad la que es el enfoque de los ataques. Si bien algunas de las acusaciones son de índole económico o entablando una relación de poder que desvalora a la víctima, es su sexualidad la fuente principal de ataques (se le acusa de gay o de ser un masturbador ferviente a causa de no poder “conquistar mujeres”), de que su madre es una puta y/o fue cogida por el transgresor o de que será violado (de esta manera quedando el transgresor como macho dominante). 
Otros tipos de ataques también ocurren, de los cuales es siempre el objetivo poner en duda la masculinidad de la víctima, o si esta es mujer, descartarla totalmente (con las acusaciones típicas de tratarla de histérica, de ser una lesbiana, etc.). Este tipo de ataques también se dan con mucha frecuencia en los foros y hasta cierta medida en las redes sociales. A pesar de su alta recurrencia, la visibilidad es no es tan evidente a menos que uno frecuente foros. Los mas visibles, aquellos que ocurren en las redes sociales como Facebook, son menos comunes debido a que generalmente el usuario no está protegido por el anonimato. Un ejemplo reciente puede observarse en la página del grupo del Observatorio en Contra del Acoso Callejero Chile, donde los ataques dirigidos hacia los hombres que defendían la postura e imágenes presentadas por el Observatorio (Fig. 1) eran únicamente de esta índole. Se comparan capturas de imagen de acusaciones en la página de Facebook del OCACChile contra aquellas hechas en foros anónimos en las figuras 2 y 3.
Dentro de la industria de los videojuegos se difunden muchas actitudes de consumo de la mujer-objeto percibida por el macho clásico. La influencia que este medio impone, diseminando la ideología patriarcal, no debe ser descartada considerando la gran permeabilidad de los videojuegos en las generaciones de hombres jóvenes. La mayoría de los juegos promueven este mensaje a través de lo que el jugador vive en los juegos, aunque de forma indirecta: el protagonista es típicamente un hombre, que logra su meta a través de la violencia, y consigue como triunfo final u objetivo secundario a una mujer (cosificada e hipersexualizada). Los ejemplos más clásicos, como las famosas series de “Super Mario Bros.” y “The Legend of Zelda”, en donde el protagonista debe rescatar a una princesa, totalmente a merced de su captor, siendo el héroe masculino el único que puede salvarla. 
La popularización de las franquicias modernas, sobre todo en lo que se consideran juegos para audiencias maduras, son aún más culpables de difundir estas actitudes. Las mujeres representadas en estos juegos de gran consumo, principalmente por adolescentes y hombres jóvenes, tienden a tener cuerpos con caderas y pechos desproporcionados: una imagen idealizando la mujer-objeto y llevando a extremos la feminidad sexual percibida el macho clásico. Cabe resaltar que la sexualidad y la sensualidad de estas representaciones solo se meritan por sus rasgos físicos. Tanto como en la comercialización y venta de productos orientados hacia los hombres, como es el caso de las cervezas y productos desodorantes, también se destaca el uso de la mujer como objeto en la venta de estas franquicias, particularmente cuando se popularizan. Ejemplos a seguir son la incorporación de personajes altamente sexualizados en series que previamente no eran comercialmente consideradas populares (y por lo tanto no abarcaban la posibilidad de amplias ventas): la serie de “Mass Effect,” donde en el primer juego ninguna figura femenina es visiblemente sexualizada, comienza a recurrir a estas tácticas en la segunda y tercera instalaciones de la serie, en las cuales se incorporaron más personajes femeninos de carácter sexual, o se exageraron los rasgos sexuales de los personajes ya existentes (Fig.4, 5 y 6). En Japón este fenómeno también se dio con otra serie muy bien recibida, “Final Fantasy XIII”, en esta la protagonista de la franquicia fue alterada para darle “pechos más grandes, que además rebotan cuando [la protagonista] se mueve” en la segunda instalación de la serie. 
Con el adelanto de la tecnología en capacidades gráficas, la idea del consumo de mujeres también ha crecido en los videojuegos. Son muchos los ejemplos recientes en los cuales se muestra contenido “adulto”, siendo este en realidad solamente la visibilidad de senos (no vaginas ni penes) en varias franquicias populares como “God of War”, “Duke Nukem Forever”, o “Grand Theft Auto”. En esta última, “Grand Theft Auto V” (GTAV) cabe destacar el grado de violencia dirigido hacia la mujer, dada su alta popularidad. GTAV es un juego con una popularidad extrema, alcanzando más de 36,5 millones de unidades vendidas y siendo en el momento de lanzamiento el producto de entretenimiento más vendido en la historia. En este videojuego, el consumo de mujeres a través de la prostitución en una conducta reforzada: tener relaciones con una prostituta aumenta los atributos del jugador, para lo cual hay que pagarle. Pero si este decide recuperar su dinero, puede optar por matarla luego de conseguir la mejora de atributos para recuperar el dinero. La realidad es que si bien se puede argumentar que en un videojuego este tipo de conductas son solo fantasías y que no conducen a la replicación de las acciones por los jugadores, no se puede descartar el nivel de responsabilidad social que debe estar presente en juegos de tanto alcance público, por sobre todo cuando su influencia puede llegar a jóvenes que aún son vulnerables y pueden absorber este tipo de comportamientos e ideas. 
Los videojuegos sirven predominantemente como una realización de fantasía para el hombre: la fantasía de poder, vivenciada a través del protagonista y su uso de la violencia para conseguir sus metas, y la fantasía sexual, focalizada a través de los personajes femeninos. Estas tendencias, sumadas con las actitudes y discursos que engendran las comunidades anónimas encontradas en los espacios virtuales, generan nuevos espacios por los cuales la ideología patriarcal sigue siendo diseminada, particularmente enfocada en la idea del macho clásico reproductor. Si bien no contribuyen de manera directa al consumo de mujeres como ciertas otras experiencias vividas por los hombres, no se puede descartar la influencia que ejercen estas interacciones en mantener y fomentar la idea de la mujer como objeto sexual, existiendo únicamente para la satisfacción del hombre. Como son medios más recientes y menos visibles en comparación a las experiencias cotidianas, publicidades televisivas, etc., se encuentran en una posición muy particular, siendo menos restringida para la diseminación del comportamiento machista y la cosificación de la mujer.


Fig.1: Imagen publicada por OCACChile en contra del acoso callejero

Extraído de: http://www.facebook.com/ocacchile

Fig. 2: Ataque contra la masculinidad del hombre cuestionado a través de Facebook
Extraído de: http://www.emol.com/tendenciasymujer/Noticias/2014/02/02/25254/Surge-grupo-chileno-contra-el-acoso-callejero-y-los-piropos.aspx

Fig. 3: Comentarios fomentando la camaradería y masculinidad clásica en un foro anónimo, de carácter exajerado, en respuesta a la imagen publicada por el OCACChile en contra del acoso callejero.

Extraído de: http://tomamisuciodinero.plp.cl/id/647218

Fig. 4, 5: Hipersexualización de personajes femeninos en la serie de “Mass Effect” a través las instalaciones
Extraído de: http://www.ign.com/wikis/mass-effect-3/Ashley_Williams


Extraído de: http://kotaku.com/5892386/my-female-shepard-how-youvechanged


Fig. 6: Comparación de rasgos femeninos entre personajes femeninos anteriores y añadidos en las siguientes instalaciones de “Mass Effect” 
Extraído de: http://troodon80.deviantart.com/art/Mass-Effect-Liara-Casual-Reference-276679284, http://troodon80.deviantart.com/art/Mass-Effect-2-Miranda-Model-Reference-272151990
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